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La papaya, una hierba gigante de fruto suculento

 

De soberbio sabor la papaya y hermosa estampa el papayo, tenerlo en nuestra parcela es todo un lujo que, bajo ciertas condiciones, se puede lograr.
Aunque se afirma que en nuestro país las especies subtropicales tienen áreas muy restringidas para vivir, numerosos agricultores han comprobado que con un poco de voluntad también se pueden cultivar en otras zonas.
Esto vale especialmente cuando se trata de una pequeña producción de autoconsumo.
Las características del papayo, tan valioso por sus exóticos frutos, que se dan todo el año, como por su llamativo aporte ornamental, son en sí mismas un incentivo para el productor aficionado. Quien haya tenido la oportunidad de ver los ejemplares que exhiben algunos jardines de la ciudad de La Serena, estará de acuerdo en este punto, pues su presencia tiene la exuberancia de algunos tipos de palmeras.
Siembre los rojos en las esquinas libres de la chacra o en las jardineras de la ventana. Los blancos, acondiciónelos conformando el cinco por ciento de una mezcla de semillas que incluya zanahorias, betarragas y otras hortalizas de raíz. Así obtendrá mejores cosechas, porque con su ayuda la superficie de cultivo se mantiene blanda y se aprovecha mejor el agua. Su presencia permite circular el aire y la humedad y no obstaculiza a otras plantas que intentan abrirse paso hacia arriba o a los lados.
Utilice pequeñas cantidades de semillas cada quince días, para que tenga rabanitos frescos cada vez que lo desee.

Planta rústica

El nombre científico de este vegetal es Raphanus sativus L, pertenece a la familia crucíferas, y a su raíz comestible se le atribuyen propiedades depurativas de la sangre. Se presume que es originario de China, y se conoce su uso desde tiempos muy antiguos, junto con el de la cebolla y el nabo.
En b que al rábano se refiere, es de clima fresco, y debido a que es resistente a las heladas, se cultiva preferentemente como hortaliza de invierno. El rabanito, en cambio, se siembra todo el año pero se produce mejor en épocas frescas porque el calor deteriora su calidad, tomando su textura suelta, fibrosa y de sabor muy fuerte.
Se trata de una planta rústica que se da en toda clase de suelos, aunque responde mejor en los de consistencia media para variedades de verano y suelta para las de otoño, invierno y primavera; tolera poca acidez, pero es menos exigente en nitrógeno y potasio que otras raíces.
De ser necesaria la fertilización, emplee estiércol en el cultivo anterior o hágalo con mayor anticipación. Si usa salitre, aplíquelo de una sola vez, al voleo, cuando las raíces hayan alcanzado un tercio de su desarrollo.

La siembra de los rabanitos en el jardín

La siembra combinada que incluye rabanitos, mantiene blanda la superficie de cultivo; mejora el aprovechamiento del agua y la aireación del suelo.
La siembra se hace en forma directa, al voleo o en líneas. Germina con rapidez y en un excelente porcentaje, que alcanza cerca del noventa por ciento. Cada gramo contiene unas ochenta semillas de rabanito, y un poco menos, si se trata de rábano.
Este último se siembra en platabandas, abriendo pequeños surcos de 30 a 40 centímetros de distancia, distribuyendo semilla a surco lleno y cubriéndola con dos centímetros de tierra. Si lo hace al voleo, coloque poca semilla, de manera que quede distribuida como mínimo a 5 0 6 centímetros en todo sentido, para ralear posteriormente dejando cada mata a 10 0 15 centímetros.
Según el uso o el sabor que buscamos, será la variedad a sembrar y el momento oportuno para la cosecha.
Con el rabanito se procede en forma parecida, con la diferencia de que los surcos se trazan a menor distancia, a 10 ó 15 centímetros, y no se practica raleo. Las sucesivas recolecciones, en que se entresacan las raíces aptas para el consumo, cumplen esta función.
Como el rabanito tiene poco volumen y corto período vegetativo, su siembra al voleo se hace como si se tratara de un almácigo algo ralo. La semilla se cubre con una labor de rastrillo o de rastra liviana.
En cuanto a la época, puede sembrar rabanitos todo el año, escalonadamente, colocándolos intercalados con otras hortalizas en las épocas más calurosas. De este modo, aprovechan la semisombra ofrecida por otras plantas, y su raíz adquiere mejor calidad. Tanto el apio como la espinaca se prestan para este efecto.
En todo caso, en la zona central es mejor sembrarlos de febrero a abril, para obtenerlos en invierno y primavera, cuando su textura y sabor resultan óptimos.
Las siembras de verano necesitan riego frecuente para mantener el ambiente fresco y húmedo, con el fin de preservar su calidad. Las escardas con cultivadora manual o azadón son más necesarias en el rábano, por ser de crecimiento más lento, mientras que el rabanito no requiere más que una limpia o desmalezadura.

Variedades de rabanitos

Las variedades de estas hortalizas están determinadas por el tamaño de las raíces, y se agrupan en rábanos y rabanitos.
De las primeras, con mayores dimensiones, hay ovaladas, esféricas y achatadas; de piel blanca, negra, roja y grisácea; de otoño, de invierno, de primavera y verano. Entre las de otoño e invierno, que son las más cultivadas, se encuentran de sabor suave y picante.
Los tipos pequeños se conocen en el mercado como "rabanito francés", y sus variedades más destacadas son las siguientes:
  • Tipo redondo. Existen numerosas variedades de color rosado con punta blanca, muy solicitadas por los consumidores. Sparkleres un excelente representante de este tipo. El Cherry belle y el Flevo tienen raíces de un hermoso color cereza intenso, que cubre toda la superficie y mantienen su sabor y su textura por mucho más tiempo que las otras variedades.
  • Tipo alargado. El French breakfast, cuyas raíces alcanzan 5 a 6 centímetros de longitud, tiene la parte superior color escarlata y el tercio inferior blanco. En ellos la calidad se malogra rápidamente, volviéndose de consistencia suelta y sabor fuerte. El Lanquette es similar al anterior.

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Plantas sanas en el huerto

La floración prematura en aquellas especies de las cuales esperamos obtener mayor crecimiento de hojas y tallos es uno de los muchos accidentes, fenómenos y enfermedades que, independientemente de la variedad, suelen afectar a la población vegetal.
Pero ánimo, señales muy sencillas de distinguir nos pueden indicar el origen de una disminución en el desarrollo de nuestras plantas, ya que existen formas de reconocer sus causas y, en muchos casos, de prevenirlas.
En realidad, cuando sé presenta algún fenómeno inquietante sin un motivo aparente, tenemos tendencia a atribuirlo a la calidad de la semilla, a una variedad inadecuada o a problemas ambientales, sin efectuar un examen apropiado.
Aunque todos esos factores inciden en un desarrollo normal, existen otros elementos que, ligados a ellos, nos permiten efectuar una interpretación más exacta.
La luz es una de las variables más importantes, e interesa principalmente desde el punto de vista de su duración e intensidad. Todas nuestras plantas requieren de un lapso diario de luz que les es más favorable. Algunas necesitan días largos, otros días cortos, mientras un tercer grupo no manifiesta preferencia sobre el particular. Lo mismo ocurre con la intensidad lumínica, íntimamente ligada a los procesos de nutrición.
En cuanto a la temperatura, las alternancias de aftas y bajas permiten la transformación de carbohidratos en azúcares, en las especies cucurbitáceas. Las extremas diferencias entre la media diurna y la media nocturna, así como la escasez o exceso de humedad, suelen determinar cambios de consideración. La floración y la fructificación del tomate, entre otras especies, dependen en gran medida de estas variables.

Trastornos funcionales de las plantas

Algunos de los fenómenos que no pueden atribuirse a los agentes patógenos ni clasificarse como enfermedades, son trastornos como la floración prematura, la prolongación del estado vegetativo, deformaciones y alteraciones del crecimiento. Las lechugas pueden florecer prematuramente por efecto de las bajas temperaturas.
La floración prematura se produce generalmente por efecto de bajas temperaturas, entre 2 y 7 grados Celsius. Este proceso se conoce como ventilazación sobre el punto de crecimiento de plantas bienales, como la cebolla. Cuando las plantas alcanzan un tamaño mínimo, pueden afectarse de este modo y causar la emisión prematura de tallos florales, aunque también hay especies anuales que requieren de frío para producir flores, como es el caso de la coliflor, la lechuga y el apio.
Este fenómeno es dañino e irreversible, tanto en ejemplares anuales como bianuales, cuando 6 cultivo se realiza fuera de temporada y pasa en su etapa vegetativa por la influencia del frío. La magnitud del daño depende de la adaptación de la variedad a esta circunstancia.
En algunas especies, la emisión floral anticipada también obedece a la ocurrencia de ciertos días largos, como le sucede a la espinaca cuando se expone a períodos de incrementos de luz.
Las alcachofas si no son sometidas a bajas temperaturas para una floración prematura, no emiten cabezas y se quedan sólo en tallos y hojas.

Deformaciones de las plantas

Numerosas especies y variedades presentan factores hereditarios susceptibles de expresar deformaciones y alteraciones de crecimiento ante las situaciones climáticas.
La condición de doble embrión en una semilla de cebolla conduce a la producción de bulbos dobles, acentuándose este fenómeno cuando se presentan alternancias de humedad y sequía durante el cultivo. Lo mismo ocurre con el ajo, cuyas cabezas suelen desarrollarse incluso en el falso tallo. Esta alteración deriva, igualmente, en la producción de elementos florales fusionados en variedades de tomates que dan frutos deformados.

Accidentes en el huerto

Quienes nos iniciamos en la horticultura, estamos propensos a guiarnos por la intuición o acoger recomendaciones que a menudo no tienen una base técnica, frente a percances generados por la naturaleza y no controlables totalmente. Lo mismo hacemos ante la inhibición de los procesos de desarrollo de nuestras plantas. Para enmendar esa tendencia, conviene conocer los efectos de los accidentes climáticos y productivos.
Las heladas dañan los tejidos de tal forma que paralizan o entorpecen el proceso de absorción y asimilación de los nutrientes y las funciones respiratorias. Si el daño es parcial, algunas especies como el maíz suelen ser recuperadas con fuertes aplicaciones de fertilizantes especialmente nitrogenados, como salitre o urea.
Algunas heladas ocurren en períodos más o menos conocidos, lo que permite tomar algunas medidas preventivas parcialmente eficaces: generando humo espeso, para evitar un deshielo violento, o eludiendo las bajas temperaturas al aplazar la fecha de plantación o siembra, hasta que el peligro haya pasado. El éxito es relativo, porque las heladas son intempestivas y no respetan fechas.
En cuanto a las lluvias, cuando son copiosas, pueden causar problemas serios después de una siembra, pues la semilla puede malograrse o las plántulas asfixiarse sin superar la capa de suelo endurecido que se forma posteriormente. Para evitarlo, es necesario mantener buenos desagües y sembrar de preferencia en "mesas". Los surcos que las separan permiten un escurrimiento fácil de las aguas.
En el caso contrario, las sequías producen efectos muy conocidos: la carencia de agua impide la absorción de los nutrientes.
Los golpes de calor afectan particularmente a los tomates, berenjenas, zapallitos italianos, pepinos y melones, entre otros, cuyos frutos se decoloran cuando reciben asoleadas intensas. Si éstas persisten y originan un ambiente muy cálido, inhiben la fecundación de las flores y su fructificación.
Los vientos causan la tendedura de algunas especies, cuyas plantas están crecidas. En el caso de las arvejas, pueden incidir en la floración y dar lugar a un ambiente propicio para un ataque de hongos. En los viveros de espárragos, da lugar a la caída y la quebradura de tallos en su base.

 

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Qué son los romerillos?

EI romerillo es una especie arbustiva siempre verde, muy abundante del matorral esclerófilo. Estos arbustos se utilizan para reforestar zonas intervenidas por el hombre, con el fin de mantener la cubierta vegetal.
Son arbustos muy ramosos, con follaje denso y de forma ovoidal, que alcanzan alturas entre 0,5 y 2 m. Sus hojas son muy abundantes, blandas y coriáceas (de consistencia recia, con cierta flexibilidad), sésiles (sin pecíolo) y lineales (angostas y de márgenes paralelos). Las hojas, además, poseen 2 a 3 dientecillos cercanos a la punta.

Tipos de romerillos

El romerillo es una especie dioica (de arbustos masculinos y femeninos diferenciados), cuyas flores de color blanco brillante están distribuidas en capítulos, una inflorescencia que reúne muchas florecillas sin peciolo sobre un receptáculo. Las flores femeninas dispersan su fruto ayudadas por el vilano, una estructura pilosa propia de esta familia, las compuestas. Así alivianan el fruto, el cual es un aquenio (fruto seco) portador de una semilla, permitiéndole dispersarse por el viento u otros agentes dispersantes. Su floración ocurre casi todo el año, pero se acentúa entre febrero y marzo.

Ficha botánica

Generalmente esta especie presenta agallas de consistencia leñosa y otras que parecen espumas blancas algo duras, que sirven de defensas contra las picaduras de algunos insectos que parasitan a la planta. Un ejemplo de este fenómeno es el producido por el insecto Rachiptera limbata Biogot., una mosquita cuyas hembras a mediados de octubre colocan sus huevos en los meristemas apicales, es decir, en los brotes de las puntas de las ramas formadas. Las larvas se alimentan activamente de los tejidos internos del tallo; y los tejidos externos proliferan endureciéndose paulatinamente, dejando en su interior una cámara larval; estas estructuras blancas y globosas adornan al arbusto, dándole una identidad propia, y a menudo son confundidas con las flores.
En sus yemas terminales, el romerillo presenta glándulas secretoras de resinas, las que no sólo protegen los ápices vegetativos, sino que también cumplen un eficiente papel de aisladoras, permitiéndole al arbusto disminuir la evaporación de agua. Esta particularidad le da a la especie su resistencia para vivir en zonas áridas.

 

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Cómo cultivar Alcachofas?

 El exótico sabor de las alcachofas

El alcachofal, descendiente del cardo silvestre, es en la actualidad un ingrediente infaltable de los más apetecidos bocadillos, entradas y platos vegetarianos. Se le aprecia tanto por su exótico sabor como por los minerales que contiene.
Es una planta hermosa y llamativa, de aspecto tropical, que proviene del sur de Europa y Asia Central. Su producto se destina al consumo directo y a la industria conservera, que envasa las cabezas florales más pequeñas, enteras, y particularmente los "fondos".
Resiste el clima frío, pero se da mejor en ambientes frescos y benignos con períodos brumosos. En esas condiciones produce más temprano y se obtienen alcachofas de superior calidad.

Planta rustica y de suelos profundos

Es una planta relativamente rústica y sólo requiere de suelos profundos, fértiles y bien drenados, cuando se trata de cultivos a escala comercial. Un drenaje adecuado es esencial para mantener y prolongar la vida de un alcachofa, logrando buenos rendimientos, ya que la humedad excesiva causa pudriciones del cuello y pérdida de los ejemplares afectados.
En cuanto al abonamiento, es una de las hortalizas que más se benefician con el empleo de estiércol y fertilizantes químicos. El de tipo orgánico se aplica antes de efectuar la plantación y luego en el curso del cultivo, cada uno o dos años.
El nitrógeno desempeña un papel definido, estimulando y desarrollando la planta. Anticipa la producción de cabezas o botones florales, pero es necesario hacer aplicaciones relativamente altas ya en el primer año, cuando se establece. Tanto el potasio como el fósforo deben aplicarse antes de plantar, mientras que el nitrógeno puede parcializarse en tres o cuatro veces.
Para comprar las plantitas, busque las ofertas que se publican en la prensa, provenientes de plantaciones comerciales, que recolectan los retoños sobrantes para la venta.

Multiplicación de matas de alcachofa

La multiplicación de matas de alcachofa se hace a base de hijuelos o retoños que rodean a la planta madre, los que se extraen dividiendo con el filo de una pala, preferentemente en otoño y al tercer año de vida, para evitar que se retrase la aparición de cabezas. Limpie este producto de la deshijadura, elimine el tercio superior de la vegetación y recorte la raíz con cuchillo, de manera que el corte quede oblicuo y liso.
La época más conveniente para hacer la plantación es el otoño para los climas benignos de la zona central, con primeras producciones en primavera. En condiciones más rigurosas se hace en primavera, para comenzar a cosechar en otoño.
Los cuidados que se proporcionan a la planta en el primer año son distintos en cierta medida a los que corresponden a un alcachofal adulto. En un comienzo, asegure un rápido y constante crecimiento de las plantas, mientras se desarrolla el sistema radicular.
Los riegos son abundantes al principio y más distanciados después. Los primeros se dan a lo largo de la línea de plantación, alejando posteriormente el flujo a mayor distancia de las plantas, hacia nuevos surcos intermedios surgidos de una semiaporca. Conviene mantener el camellón mullido, limpio, y hacer una labor con azadón alrededor de las matas y una desmalezadura a mano en la misma zona.
En una alcachofa nueva, terminada la recolección de cabezas, se cortan los tallos en su base y se sacan del potrero, a fin de efectuar la limpieza. Para hacerlo, emplee un desbrozador, de tal manera que el elemento cortante opere a nivel del suelo, y suspenda los riegos durante dos o tres semanas.
En otoño, la deshijadura consiste en eliminar los retoños o hijuelos que surgen en exceso, para dejar al comienzo del segundo año dos o tres por planta. En los años siguientes se dejan cuatro o cinco por planta, aprovechando su mayor vigor. Al separarlos, cuidadosamente, cada retoño debe llevarse parte de la raíz de la planta madre. Se plantan de inmediato o se dejan en barbecho o vivero para su posterior plantación definitiva.
En el momento de cosechar, efectúe la recolección oportunamente, para evitar que las cabezas se abran o se pasen, endureciéndose y tomando un aspecto seco y blanqueado. Evite hacerlo en horas de mucho rocío y corte cada cabeza con un trozo de tallo de 10 a 20 cm de largo. Si las almacena a temperaturas de 0 a 1 grado C y con 90 por ciento de humedad, logrará una duración mayor.

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Un árbol antiquísimo para el jardín

Hay quienes esperan con impaciencia que deshojen las flores del granado, para que se produzca el fruto con sus apretujados y jugosos granos de color granate. Quizás porque es uno de los más azucarados -incluso más que los damascos y duraznos, a los niños les gusta mucho.
La tan conocida granadina es el resultado de una mezcla de partes iguales de jugo de granada con azúcar y una pequeña cantidad de zumo de limón; se hierve suavemente por tres minutos y se envasa. Sirve para combinar con licores o acompañar postres, además de prepararse con ella jaleas y vino.
El granado es un árbol muy longevo. Se cree que puede vivir más de 200 años y su origen está asociado a las más antiguas civilizaciones, posiblemente surgido de Irán (Persia) y sus alrededores. Se ha cultivado por miles de años en Asia Menor y en Grecia, desde cientos de años antes de Cristo, con anterioridad a la aparición del almendro, durazno y damasco.
Por sus características, es muy apreciado en las zonas áridas y cálidas, justamente donde mejor se da la especie. En España se ha cultivado con tanto entusiasmo, que Granada debe su nombre a la excelente calidad de este fruto que se produce allí. De esos rumbos lo trajeron los misioneros españoles a México, desde donde se introdujo a California.

El granado, árbol y arbusto

Según la variedad y el manejo, el granado es un arbusto o un árbol, de 4 a 6 metros de altura. En zonas costeras pierde parcialmente las hojas en invierno, mientras que en los valles interiores y zonas áridas se presenta caduco. Sus flores son vistosas, de brillante color rojo, solitarias o en pequeños racimos, que se forman sobre un corto dardo desarrollado sobre madera de dos o tres años de edad. Un gran porcentaje de ellas se presentan estériles y no logran formar fruto, sobre todo en las variedades ornamentales.
Al fruto se le conoce botánicamente como balausta y tiene en su interior tabiques de carpelos que forman una membrana blanca para encerrar numerosas semillas. La porción comestible es una envoltura carnosa transparente, similar a un grano de maíz, que recubre a una dura semilla. La cáscara o corteza del fruto es amarga y muy astringente, ya que es rica en taninos, muy utilizados en la industria farmacéutica.
En valles calurosos produce de dos a tres floraciones en la temporada y forma frutos otras tantas en la primavera. Las primeras granadas son las de mayor tamaño y pigmentación, mientras que las correspondientes a floraciones tardías no alcanzan a lograr un buen colorido.

Requerimientos para su cultivo

La especie puede ser cultivada en diversos climas, pero para obtener frutos de calidad es preciso contar con veranos secos y calurosos, en los cuales madurará apropiadamente. También, desarrolla en forma aceptable en zonas cercanas al mar, tanto como a una altura de 900 a 1.200 metros.
Al igual que el kaki, sus requerimientos de horas de frío son escasos, pero puede soportar hasta 9 a 12 grados bajo cero y no tiene límites para altas temperaturas. Es muy sensible a las heladas tardías de otoño, antes que la planta entre a su estado de latencia; y también a las tardías de primavera, ya que el granado florece en octubre. En climas húmedos, el fruto es de muy inferior calidad y, por el contrario, es capaz de soportar largos períodos de sequía y recuperarse produciendo abundante fruta al ser regado nuevamente.
En materia de suelos, se adapta mejor que cualquier otro frutal a una gran diversidad de ellos, ya que prospera tanto en los arenosos como en los arcillosos. Aun cuando la producción baje, incluso tolera aquellos alcalinos y mal drenados, pero prefiere los ligeramente pesados, no muy alcalinos y bien drenados.

Reproducción de las semillas del granado

Se reproduce por semillas o se multiplica mediante estacas de madera vieja o nueva y por mugrones. Las semillas germinan fácilmente y no necesitan de un período de reposo, aunque de este modo se da origen a plantas de uná gran variabilidad y no aseguran un buen fruto.
El sistema de estacas de madera vieja es el más usado, porque da mejor resultado. Estas deben tener de 20 a 25 cm de largo y 0,6 a 1,5 cm de diámetro, cosechadas en invierno de ramas o chupones del año anterior. Se plantan en vivero, en hileras espaciadas 15-20 cm entre ellas, enterrándolas hasta dejar 5 a 7 cm de longitud de estaca sobre la tierra. Allí se mantienen durante una o dos estaciones, para luego trasplantarlas al huerto a raíz desnuda, en el siguiente invierno o temprano en primavera, cuando la tierra no esté muy húmeda y pueda ser fácilmente trabajada. El crecimiento se puede anticipar si se recolectan las estacas en otoño, para estratificarlas en arena y trasplantarlas en primavera.
El desarrollo normal del granado produce muchos chupones desde la base, y si desea tener un solo tronco, elija el más vigoroso o deje el que traía del vivero, eliminando el resto durante todo el período de formación. El corte de esos retoños se realiza en verano 0 durante el tiempo de dormancia.
La forma arbustiva se recomienda para espaldera o setos. Tiene la ventaja de que con varios troncos sobrevive mejor a las heladas y casi no requiere de cuidados. Además, empieza a fructificar antes que los de un solo tronco. La distancia mínima de plantación, especialmente en caso de usarlos como bordes, es de 1,8-3 m. En este caso se dejan desarrollar sin podas, de manera que crezcan rápidamente y formen hermosos setos.

Lúcumas en el jardín el mojon, torre de la horadada,mil palmeras,pilar de la horadada

Lúcumas en el jardín, la planta

El lúcumo es un árbol de follaje siempre verde, muy vigoroso y longevo. En los ejemplares desarrollados de semilla, el tallo puede alcanzar más de un metro y medio de diámetro en la base y 20 metros o más de altura. Sus abundantes ramas forman una copa esférica o cilíndrica de 6 a 10 metros o más de diámetro. Sus yemas y brotes tiernos están cubiertos de pubescencia marrón.
Sus hojas perennes son alternas, con pecíolos pubescentes de 2 a 3cm de longitud, y el limbo puede ser en forma oblonga, elíptica, lanceolada o abovada, con ápice obtuso o subagudo y bordes enteros, alcanzando hasta 25cm de largo y 10cm de ancho. Los limbos tiernos tienen un color verde claro o rosado, y los adultos, verde oscuro, son brillantes y sin pubescencia.
Las flores son hermafroditas, de color verde claro, y miden hasta 2cm de largo y 1cm de ancho. Nacen en las axilas de las hojas a veces solitarias o en número de dos a tres. Su corola está formada por cinco pétalos, que en su parte inferior se sueldan formando un tubo y en la superior se separan y quedan libres.
El fruto es una baya esférica, cónica o achatada de 4 a 17cm de diámetro. Su cáscara es muy delgada, quebradiza y de color verde o amarillo bronceado. La punta apical suele estar rodeada de un anillo verde claro. La pulpa es de grosor variable y textura harinosa, suave o dura, amarilla intensa a pálida, con sabor y aroma muy agradables.
La semilla que contiene es redonda y algo achatada, de 2 a 4cm de diámetro. Cada fruto desarrolla dos a tres de ellas, aunque los hay con cinco o también con ninguna.

Requerimientos para el cultivo de lúcumas en el jardín

Las plantas de lúcumo se adaptan perfectamente en climas tropicales, subtropicales y templados, en los cuales la temperatura media mensual va desde un mínimo de 8 hasta un máximo de 27 grados C. Sin embargo, se estima que puede soportar una mínima de un grado C, asimilando su comportamiento al palto de variedad Hass colocado en iguales circunstancias.
Este frutal se desarrolla muy bien en zonas con lluvias muy escasas o moderadas, de lo que se deduce que puede adaptarse a situaciones de diversa pluviosidad, siempre que sus raíces estén en un terreno bien drenado, con posibilidades de suplementar la falta de precipitaciones mediante riegos oportunos.
En cuanto a los vientos, si éstos son fuertes y constantes, ejercen una acción dañina sobre las plantas, desbalanceando el crecimiento de la copa. Este inconveniente se puede prevenir a través de la colocación de cortinas rompevientos en el inicio o antes de la plantación.
Se considera una planta rústica, porque sus necesidades de suelo dependen de la zona en que se encuentra. Progresa bien en una gran diversidad de terrenos, desde los franco-arenosos hasta los arcillosos; pero es en los francos y profundos, con una gran cantidad de materia orgánica, donde alcanzan mayor crecimiento y producción. No toleran las inundaciones ni el exceso de humedad en el suelo.
En lo que respecta al riego, esta especie lo requiere más abundante en oportunidades que en volumen de agua. El sistema recomendado para lograr este efecto es el riego por surcos, adaptado en función de las características del suelo, topografía y caudal de agua.

La plantación de lúcumas en el jardín

Las distancias de plantación dependen de las características del suelo y el desarrollo que se espera del cultivar empleado, partiendo de la base de que se trata de plantas injertadas, cuyo crecimiento es más rápido.
En un sistema moderno de plantación se consideran distancias entre 5 a 7 metros, siempre que posteriormente los árboles se raleen a medida que crezcan y comiencen a competir entre ellos por luz y nutrientes. En Quillota los ejemplares injertados de seis años presentan un crecimiento muy lento una vez que empiezan a producir, en comparación con el desarrollo que tenían antes de la primera fructificación. Por lo tanto, las distancias iniciales podrían mantenerse por varios años. En todo caso, la distancia final recomendada en plantaciones comerciales, es de 14 metros, luego de un tercer y último raleo.
La planta se puede propagar por semilla o por injerto. Este último requiere una espera de 28 a 36 meses, Siempre verde y muy decorativo, un arbolito injertado da frutos desde el tercer año, mientras que el lúcumo encareciendo el precio de venta de los lúcumos.
En los ejemplares francos o de semilla, la primera floración puede demorar hasta 15 años, mientras que en los injertados ésta se puede presentar a partir de los 18 meses, aunque la cuaja de los frutos no se produce hasta los tres años.
La mayoría de las variedades florecen y fructifican todo el año, especialmente en los períodos de mayor temperatura. Las yemas florales o botones aparecen en las axilas de las hojas nuevas, a los pocos días de la emisión de los vástagos. En algunas ocasiones se presentan flores y botones en diferentes estados de desarrollo, en un solo vástago.
Respecto de las variedades, gran parte de las plantas de lúcumo que se encuentran en producción en Chile son de semilla y no injertadas. Están distribuidas en huertos o quintas, aisladamente o intercaladas con otros cultivos.
Los que sirven hoy en día como árboles madres y material de mejoramiento para viveros especializados son aquellos seleccionados por la calidad de sus frutos y rendimiento superior.

Cosecha de lúcumas en el jardín

Para determinar el momento de la cosecha, los índices de madurez dependen de los distintos tipos de lúcumos, cuya producción en nuestro territorio se extiende escalonadamente entre los meses de abril a diciembre. Desde el punto de vista de la fruta, las variedades existentes pueden clasificarse en dos: aquellas que al adquirir su madurez de consumo toman una coloración amarilla en la piel y las que permanecen con ella verde.
En la zona de Quillota La Cruz, las primeras maduran generalmente en los meses de abril y mayo. Es más difícil saber cuándo llega el momento de cosechar las que se mantienen de color verde, a menos que al presionar el fruto se encuentren indicios de ablandamiento. De todos modos, la fruta que se encuentra en ese estado suele desprenderse de la rama y caer, dependiendo de las condiciones ambientales.
Algunos agricultores se guían observando la región que permanece cubierta con el cáliz de la flor, cuyas hojitas, al ser levantadas, dejan ver una zona algo amarilla. Entonces el fruto estaría en condiciones de ser cosechado.
La recolección de las lúcumas se realiza a mano, porque la piel de la fruta es delgada y muy susceptible a sufrir daños mecánicos. Una vez cosechadas, colóquelas en canastos de poco volumen, para que no se aplasten con el peso, y almacénelas en un lugar fresco.
Con el excedente de frutos que ya han adquirido una condición de madurez apta para el consumo, prepare conservas, pelándolos y cortando la pulpa en trozos de un centímetro de espesor. Llene con ellos frascos o latas muy limpias y agregue almíbar espeso caliente, con una pizca de jugo de limón. Luego selle y esterilice los tiestos llenos, hirviéndolos a "baño María", para almacenarlos después a temperatura ambiente. De este modo, o simplemente congelando la fruta madura y pelada, podrá disponer de su delicioso sabor cuando haya cesado la producción.

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Seducción de las plantas en el jardín del hogar

Rodearse de flores cuanto se pueda, parece ser un anhelo propio del ser humano. Si no las cultiva, de todos modos las disfruta dondequiera que las encuentre. Aunque para ello deba asumir un costo o traerlas de ultramar, pues por su belleza son cotizados objetos de transacciones en los mercados internacionales, como cualquier producto de valor.
Esta atracción irresistible no es casual, sino que está relacionada con su capacidad de generar vida y de responder a los más exigentes cánones estéticos, por extrañas e inusuales que sean sus formas. En cualquier jardín, por sencillo que sea, encontraremos una muestra bastante completa de la gran diversidad de inflorescencias que exhibe la naturaleza vegetal. Lupa en mano, podemos recorrer nuestra parcela o jardín para conocer algunos ejemplos interesantes de las diferencias que presentan algunas especies.
La mayoría de las flores de jardín son simétricas, y cualquier línea que tracemos a través de su centro, la dividirá en dos partes iguales, duplicados tan exactos que parecerán espejos uno de otro.
Las que son irregulares, como las del chicharro y la menta, tienen partes florales distintas; es decir, zonas que no son radiales ni equidistantes desde su centro. Uno de los casos más representativos es el de la flor del poroto, que posee una corola formada por un pétalo amplio o estandarte, otros dos más angostos como alas, situados a cada lado de ella, y, por último, un par más pequeño en posición opuesta al estandarte. Son leguminosas pailonáceas, porque su flor parece una mariposa.

En racimos

Hay numerosas plantas que tienen flores en forma de racimo 0 agrupaciones. Se trata de un sistema de rama que las portan, y un tipo muy simple de ellas puede encontrarse en la grosella y el rábano. En estas, un eje principal posee ramas cortas o pedicelos que terminan en una flor. Las de tipo racimo, en general, pueden ser compuestas o ramificadas.
En un racimo simple, las flores se encuentran sobre pedicelos del mismo tamaño, mientras que en una espiga, el eje principal de la inflorescencia es bastante largo y las flores carecen de pedicelo. En el caso de ser corto el eje, las flores surgen a manera de sombrilla, más o menos al mismo nivel. La cebolla es un buen ejemplo de ellas.
En contraste con los tipos racemosos se encuentran las cimas, en las cuales el eje principal produce una flor que envuelve a la zona apical, por lo que ésta deja de crecer.

La función masculina

Como órgano para la fecundación, la tarea común de todas ellas consiste en facilitar los procesos importantes de la formación -y fusión de los gametos o células reproductivas. Cuando son coloridas, atraen a los insectos y las aves que participan en la polinización, mientras que en otros casos pasan inadvertidas y hasta resulta difícil reconocerlas como flores.
El conjunto de sépalos y pétalos, por sus movimientos y colores, atrae y guía a los polinizadores. Durante las primeras etapas de desarrollo de la antera o parte del estambre que contiene el polen, los sacos polínicos encierran una masa de células en proceso de división, cuya función es formar los núcleos espermáticos que se requieren durante la fecundación.
La pared celular de grano de polen se forma de un material bastante duro, estambre denominado esporolenina, capaz de mantener la misma textura y contextura por varios miles de años.
Una vez que los granos de polen han madurado, la pared de la antera se abre y los libera. Durante la polinización; en el caso de que el polen y el estigma sean genéticamente compatibles, se produce la fecundación.

Estilo y estigma

El estilo es un tallito delgado que termina en un estigma, especie de cabecilla con orificio de entrada en el extremo de los pistilos. El tubo polínico se desarrolla a través de los tejidos del estilo, el cual se marchita después de la polinización, aunque en algunas plantas persiste y forma una estructura que facilita la dispersión del fruto. Con frecuencia, la superficie estigmática tiene proyecciones celulares cortas, que ayudan a retener los granos de polen y, en algunas ocasiones, secretan una solución viscosa y dulce. En muchas especies polinizadas por el viento, como las gramíneas, el estigma es muy ramificado y plumoso.

La función femenina

En cuanto al óvulo, que constituye la estructura que se transforma en semilla, podemos decir que surge como una masa de células en forma de cúpula, sobre la superficie de la placenta, dentro del ovario. Sus células externas se desarrollan en una o dos capas protectoras que no se fusionan en el ápice del óvulo, sino que dejan una pequeña abertura. Allí se produce la semilla -cuando está próximo a ocurrir el milagro de la reproducción, formando el cigoto que dará origen a una planta embrionaria.
La estructura del gineceo depende del número y de la disposición del estilo, estigma y ovario que lo constituyen. En cada tipo de flor, y muy a su manera, se produce el milagro de la reproducción para la conservación de la especie. El grado de dificultad para multiplicarse con que se encuentran algunas plantas, tampoco es casual: cuando no existen interferencias del hombre, obedece a las necesidades del ecosistema en que se hallan insertas.
Granos de polen de iris tal como se observan en el microscopio- electrónico de barrido.