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Chirimoyas, delicias semitropicales

La atractiva apariencia, el sabor y aroma tan especiales de la chirimoya, llaman la atención de los turistas que nos visitan. Esta fruta semitropical que hemos hecho nuestra, posee cualidades que hoy son reconocidas también en el extranjero. Se cree que en un plazo cercano, su cultivo aumentará, para satisfacer a un expansivo mercado.
El nombre científico de la especie es Annona cherimola, y constituye una contribución sudamericana a la fruticultura. Es originaria de las zonas altas precordilleranas del norte del Perú y Ecuador, situadas entre 1.500 y 2.200 metros sobre el nivel del mar. De regiones muy cercanas a éstas provienen también el lúcumo y el papayo, frutales muy arraigados en el país y cuya adaptación a la agricultura y consumo internos ha resultado privilegiada.
En Chile existen, según el catastro efectuado en 1992, alrededor de 1.500 hectáreas plantadas con chirimoyo, lo que significa un notorio incremento de cultivo, debido a las expectativas de exportación de la fruta. De este modo se ha superado largamente la superficie de 400 hectáreas que se había mantenido estable por muchos años en nuestro medio.
Su fruto vistoso, decorativo y exquisito tiene entre nosotros aplicaciones típicamente chilenas, como agregado a la leche o al vino y en la fabricación de helados, además del consumo en estado fresco, en variados postres. Durante su tiempo de maduración, invierno y primavera, las únicas otras frutas disponibles para los usos descritos, son la frutilla y el plátano.
A nivel continental, su cultivo se encuentra aún poco difundido, reduciéndose a plantaciones semisilvestres en sus lugares de origen y países limítrofes, excepto algunos cultivos comerciales de consideración en Chile, Bolivia y Perú. En Europa, sólo los hay en España.
Otras especies del género Annona, similares a la chirimoya, se cultivan en regiones del centro y sur de América, que poseen clima más tropical. Entre ellas está la guanábana (Annona muricata) y el anón (Annona squamosa), cuyo desarrollo se encuentra muy limitado por una gran susceptibilidad a ciertas plagas, particularmente a algunos tipos de mosca de la fruta. También existe un híbrido de A. cherimola y A. squamosa, la atemoya, con plantaciones de importancia en Israel.

Requerimientos de las chirimoyas

Debido a sus rigurosas exigencias climáticas y gran sensibilidad a las heladas, el cultivo en Chile se concentra especialmente en dos lugares que ya son productores tradicionales de chirimoya: La Serena y Quillota. No obstante, también se está plantando en otras localidades de la zona central, con clima benigno y fuerte influencia marítima, especialmente en los faldeos de los cerros menos expuestos a las heladas.
El chirimoyo es un árbol de crecimiento lento, que alcanza un gran tamaño después de largo tiempo. Es longevo, puesto que se pueden encontrar ejemplares cercanos a los cien años, aún en producción.
Como su crecimiento es desordenado, la planta requiere de podas para una adecuada formación. En muchos casos es necesario instalar un soporte tipo parrón, con varas para que se apoyen sus ramas flexibles y cargadas de fruta.
Siendo un frutal de hoja persistente, una característica muy particular de este árbol es que a fines de la primavera se desprende casi totalmente de sus hojas, permaneciendo en ese estado durante un mes. Justo en ese momento, los demás frutales se encuentran con su follaje en máxima actividad, mientras el chirimoyo entra en una forma de latencia, luego de lo cual brota vigorosamente y florece. Este crecimiento de brotes y flores sucede durante el verano.

El fruto

La chirimoya es un fruto compuesto, denominado botánicamente sincarpio, formado a través de la fusión y posterior desarrollo de los numerosos pistilos -entre 70 y 100- que posee la flor. Para que la fructificación ocurra, el óvulo de cada pistilo debe ser fecundado y dar origen a una semilla, hecho que no ocurre fácilmente, debido al desfase entre la receptividad de los pistilos y la liberación del polen evacuado por los 180 a 200 estambres de cada flor. A esto se agrega la dificultad que la especie presenta a las abejas para penetrar al interior de las flores, de gran estrechez en su corola.
Por tales motivos, en forma natural el chirimoyo generalmente logra bajas producciones, con una alta proporción de fruta chica y deforme. Sólo algunas flores logran ser polinizadas y muchas de ellas lo son en forma parcial, desarrollándose algunos ovarios mientras el resto permanece atrofiado.
Sin embargo, el problema de la cuaja de frutos se puede solucionar mediante un sistema de polinización manual, que asegura mejores niveles de producción, con fruta grande y simétrica. El método consiste en depositar en las flores, mediante un pincel, el polen recolectado el día anterior.

Variedades de chirimoyas

Existen diversas variedades de chirimoyo, aunque las diferencias radican, más que nada, en las características externas de la fruta. De ellas, las dos más plantadas en la actualidad son concha lisa y bronceada. La primera produce un fruto redondeado y liso, mientras que en la segunda es más alargado, algo cónico, con protuberancias en la parte basa¡ y media.
La compensación a las dificultades que ofrece este frutal, en materia de productividad, es la abundante y sabrosa pulpa de sus frutos. Tanto es así, que donde se puede cultivar un chirimoyo, se planta con gusto, porque todos sabemos que no hay excepciones a la regla que reza: de lo bueno, poco.
Las sabrosas chirimoyas que empleamos en ricos postres y exquisitos borgoñas.